Muchas empresas, profesionales y autónomos se encuentran en ocasiones con una situación de insolvencia en la que las deudas les inundan y no son capaces de sacar adelante sus negocios, lo que inevitablemente les lleva a tener que declarar un concurso de acreedores. Analicemos cómo se produce.
¿Qué es un concurso de acreedores?
El concurso de acreedores es un procedimiento jurídico que pretende resolver los problemas de insolvencia y falta de liquidez de una empresa, de modo que pueda cumplir con sus obligaciones financieras hacia sus acreedores, además de buscar soluciones para conseguir la continuidad del negocio y evitar la quiebra.
Cuándo solicitar concurso de acreedores
La ley es explícita sobre cuándo solicitar el concurso de acreedores, ya que no puede hacerse solo por estar atravesando un mal momento financiero, sino que la empresa debe tener verdaderas dificultades económicas que prevean su quiebra y le impidan cumplir con sus obligaciones crediticias con el transcurso del tiempo.
La insolvencia lleva implicada, por tanto, la imposibilidad de hacer frente a los pagos, ya sea por iliquidez o por la imposibilidad de acceder al crédito o de poder realizar una permuta o compensación.
Fases del concurso de acreedores
Un concurso de acreedores puede pasar por diferentes fases hasta su resolución.
Fase común
Es común en todos los casos y se inicia con la declaración del concurso y el auto de admisión a trámite hasta que se entrega el informe concursal. Se nombra un administrador concursal, que será el encargado de comprobar el patrimonio del concursado y cuánto debe.
Fase de convenio
Este es el momento en el que tanto acreedores como deudor negocian y pueden presentar una propuesta de convenio para solucionar la situación. El deudor puede presentar propuestas de quita o alargamiento de plazos. Sin embargo, aunque haya un acuerdo entre las partes, finalmente será el juez quien deba aprobarlo.
Fase de liquidación
Puede iniciarse en cualquier momento si el deudor así lo decide, aunque si no se llega a ningún acuerdo previo en la fase de convenio, se pone en marcha automáticamente. En ella se procede a la liquidación de los bienes de la sociedad para que se pueda liquidar la mayor cantidad de la deuda pendiente.
Fase de calificación
En esta fase se determina la clasificación y efectos del concurso de acreedores, previa valoración del juez de si ha existido negligencia por parte del deudor, que haya derivado en la situación de insolvencia. Según el dictamen el concurso puede ser calificado como fortuito o culpable. En este último caso, el deudor puede responder con su propio patrimonio ante las deudas.
Tipos de concurso de acreedores
Tal y como establece la Ley Concursal, existen tres modalidades de concurso: el ordinario, el de especial trascendencia y el abreviado.
Concurso ordinario
Es el aplicable por defecto para todos los procedimientos. Pero, en la práctica, la mayoría de los concursos se tramitan por los cauces del concurso abreviado. Eso sí, en cualquier momento del procedimiento un concurso abreviado, se puede transformar en ordinario y un concurso ordinario, en abreviado.
Concurso abreviado
Es aquel en el que, para ahorrar tiempo y costes en el proceso, se simplifica al máximo el procedimiento. El juez puede determinarlo cuando no concurren más de 50 acreedores, las deudas no superen los cinco millones de euros y la valoración de los bienes y derechos tampoco alcance los cinco millones, siempre que el concurso no revista de especial complejidad.
Concurso de especial trascendencia
Un concurso es considerado de especial trascendencia cuando exista causa de interés público, el patrimonio sea lo suficientemente importante para afectar a la economía regional o nacional o si afecta a un número significativo de trabajadores. Sería el caso de algún banco o gran empresa.
En función de quién lo inste
Lo que queda claro en la Ley Concursal es que, en ningún caso, el concurso puede ser declarado de oficio, siempre debe existir una solicitud por parte de cualquiera de los legitimados, ya sea el propio deudor, los acreedores, los socios, los herederos del deudor en caso de fallecimiento o los administradores de la herencia. En este sentido, el concurso de acreedores puede ser de dos tipos, voluntario o necesario, en función de quien lo solicite.
Voluntario
El concurso es voluntario cuando es instado por el deudor y se origina cuando la persona física o la persona responsable de la sociedad en el caso de las empresas se encuentra en un estado de insolvencia en el cual no puede responder por el pago de sus deudas. En estos casos tiene la obligación de presentar la solicitud del concurso en un plazo máximo de dos meses; si no lo hace se expone a pena de multas o incluso de imputaciones penales.
Necesario
El concurso es necesario o forzoso cuando lo solicita un acreedor u otras personas legitimadas, porque se duda de la capacidad para hacer frente a las deudas y, por tanto, de su solvencia.
Para ello hay que demostrar el incumplimiento de pagos del deudor de sus obligaciones tributarias exigibles durante los tres meses anteriores a la solicitud de concurso; las cuotas de la Seguridad Social y demás conceptos de recaudación conjunta durante el mismo período; o los salarios e indemnizaciones y demás retribuciones derivadas de las relaciones de trabajo correspondientes a las tres últimas mensualidades. Un juez tramitará la solicitud de concurso de acreedores y decidirá si se aprueba o no.